Un relato en los bordes

Obra con dramaturgia de Luís Cano y dirección de Cintia Miraglia

Es necesario empezar por una obviedad. El lugar en el que se propone la puesta. Entrar en el Espacio Cultural Nuestros Hijos, que funciona en el predio de lo que fuera la ESMA, impacta.Es indudable. Hay un largo recorrido desde la puerta hasta el lugar donde se va a representar la obra, un recorrido en el que necesariamente las ideas se agolpan. El sitio no tiene nada de neutral. Realmente los lugares no son indiferentes pero algunas geografías seguramente pesan, en términos significantes, más que otras.Una vez adentro uno vuelve a pensar en el espacio y su capacidad de significar. El ámbito es muy amplio y las voces mantienen un eco extraño.La propuesta no necesita amplitud y por lo tanto enmarcan el espacio de la puesta pero la vastedad se inscribe en la reverberación de las voces.Catástrofe inesperada de Luis Cano y dirigida por Cintia Miraglia, apuesta fuertemente al terreno de la connotación.Los textos fragmentarios, poéticos, en conflicto con la lógica de causa- consecuencia, resuenan y se expanden en el aire, ocupando los espacios vacíos. Se instalan en los intersticios.Por otro lado la construcción visual construye signos potentes (en la actuación de Natalia Marchese, Gabriela Mocca, Leandro Rosenbaum y en los objetos) que juegan a aislarse, a aparecer como autónomos a través de los cortes y de las reiteraciones, tanto de textos como de acciones.Podemos decir que vemos enfermeras, mesas que se acomodan, una jaula, una maravillosa manipulación, en la que uno deviene dos y es literalmente manejado.El relato se deja entrever. Porque hay un relato en los bordes, abierto, en la cornisa, a punto de lanzarse al vacío. Y juegan de manera constante con dejarse caer, cantar, levantar vuelo...¿Explicaciones? No creo que valga la pena el intento. ¿Cómo explicar una paloma artificial que se convierte en topo?

Mónica Berman